El Abuso Infantil

El abuso infantil es uno de los tipos de maltrato, englobado dentro de la violencia infantil, dirigido a niños y niñas e implica la utilización del menor, por parte del adulto, como objeto sexual o de otro tipo, para conseguir una estimulación sexual; comprende el contacto físico, con o sin acceso carnal, realizado sin violencia e intimidación y sin consentimiento. Este tipo maltrato genera una relación de sometimiento, poder y autoridad sobre la víctima.
La agencia federal norteamericana, Centro Nacional de abuso y negligencia infantil (NCCAN), elaboró una definición bastante completa del concepto, precisándolo como:” los contactos e interacciones entre un niño/niña y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual también puede ser cometido por una persona menor de 18 años, cuando ésta es significativamente mayor que el niño (la víctima) o cuando (el agresor) está en una posición de poder o control sobre otro menor”.
Besten (1997) describe una serie de 7 características que claramente son observables en el abuso sexual infantil:
– El abusador se aprovecha de la confianza del niño, así como de su superioridad causando algún tipo de consecuencia física o mental.
– El abusador no necesariamente tiene que ser del sexo masculino y la víctima del sexo femenino, a pesar de ser este el caso más frecuente también se encuentran registros de abuso sexual en niños (hombres).
– Gran parte de la ocurrencia de este hecho se da en un entorno cercano al niño.
– Siempre se encontrarán secuelas ya sea de tipo físico o psicológico.
– Generalmente los casos de abuso sexual no sólo se presentan una vez.
– Es difícil establecer límites en este aspecto, sin embargo, el niño siempre sabrá determinar cuándo un adulto rebasa este límite
– El abusador buscará, de forma consciente o inconsciente, satisfacer sus necesidades sexuales.
Las formas más comunes de abuso sexual son: el incesto, la violación, la vejación y la explotación sexual. También incluye la solicitud indecente sin contacto físico o seducción verbal explícita, la realización de acto sexual o masturbación en presencia de un niño y la exposición de órganos sexuales a un niño.
Algunos datos científicos contrastados determinan que:
– Una de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en la infancia.
– La media de edad de las víctimas está entre los 8 y los 14 años.
– El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.
– La mayoría de los agresores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan como estrategia la confianza, los lazos familiares, el chantaje y la manipulación para consumar el abuso.
– Entre el 65 y el 85% de los agresores pertenecen al círculo social o familiar de la víctima.
– El maltrato infantil causa alteraciones en la salud mental y física que perduran toda la vida, y sus consecuencias a nivel socioprofesional pueden, en última instancia, ralentizar el desarrollo económico y social de un país.
– Es posible prevenir el maltrato infantil antes de que se produzca, y para ello, es necesario un enfoque multisectorial.
– Los programas preventivos eficaces prestan apoyo a los padres y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar a sus hijos.
– La atención continua a los niños y a las familias puede reducir el riesgo de repetición del maltrato y minimizar sus consecuencias.
Fases del abuso sexual
Las fases que caracterizan al abuso sexual se pueden detallar de la siguiente forma:
– Fase de seducción. Etapa en la que el futuro abusador manipula la dependencia y la confianza del menor, y prepara el lugar y momento del abuso. En este momento, éste incita la participación del niño o adolescente por medio de regalos o juegos.
– Fase de interacción sexual abusiva. Se trata de un proceso gradual y progresivo que puede incluir comportamientos exhibicionistas, voyeurismo, caricias con intenciones eróticas, masturbación, etc. En este momento, ya se puede hablar de «abusos sexuales».
– Fase de instauración del secreto. El abusador, generalmente por medio de amenazas, impone el silencio en el menor, a quien no le queda más remedio que adaptarse.
– Fase de divulgación. Esta fase puede o no llegar (muchos abusos quedan por siempre en el silencio por cuestiones sociales), y, en el caso del incesto, implica una quiebra en el sistema familiar, hasta ese momento en equilibrio. Puede ser accidental o premeditada, esta última a causa del dolor causado a los niños pequeños o cuando llega la adolescencia del abusado.
– Fase represiva. Generalmente, después de la divulgación, en el caso del incesto la familia busca desesperadamente un reequilibrio para mantener a cualquier precio la cohesión familiar, por lo que tiende a negar, a restarle importancia o a justificar el abuso, en un intento por seguir como si nada hubiese sucedido.
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Fuente: Investigativa